miércoles, 15 de mayo de 2013

EL PLOMO: UNA ANTIGUA AMENAZA


El plomo, Pb, es un elemento poco abundante, sólo constituye el 0,00002 % de la corteza terrestre, se encuentra generalmente como sulfuro (PbS) en la galena, mineral de donde es obtenido. Su densidad relativa es 11,4; su temperatura de fusión es una de las más bajas (327 ºC) entre los metales y, por ser bastante flexible y suave, es fácil trabajarlo y darle la forma deseada. Tiene una excelente resistencia a la corrosión, porque se reviste de una capa protectora de óxido. También forma aleaciones útiles con muchos metales.

Los romanos utilizaron el plomo en sus tuberías de agua y utensilios de cocina. La intoxicación por plomo (“saturnismo”) se conoce desde la Grecia antigua. En el siglo II a.C. un médico griego, Dioscórides, afirmó que “el plomo hace que se pierda la cabeza” y describe la intoxicación de niños con pinturas que lo contienen. Algunos historiadores consideran que el envenenamiento por plomo de la clase dirigente contribuyó a la caída del Imperio Romano.

La principal aplicación del plomo metálico es como electrodo en las baterías o acumuladores que usan casi todos los vehículos. Como muchas veces las baterías usadas son recicladas para recuperar el plomo, si en esta operación no se toman los cuidados adecuados, el plomo puede producir intoxicaciones.


El TMP o tetra-metil-plomo Pb(CH3)4 y el TME o tetra-etil-plomo Pb(C2H5)4, son sus principales compuestos y son usados como “antidetonantes” de la gasolina. El plomo eliminado por el tubo de escape del motor forma partículas muy finas (micropartículas) que permanecen en el ambiente durante días y pueden depositarse en el agua, el suelo o las plantas (alimentos) o ser inhaladas por  los seres vivos. En muchos países ya no se usa la gasolina “con plomo” porque, además, el plomo interfiere en el correcto funcionamiento de los convertidores catalíticos que utilizan los vehículos actuales.

Desde hace muchos siglos, se usan varias sales de plomo como pigmentos porque sus colores son estables y brillantes (ver Tema 65 de AQV). Cuando se desprende la pintura de casas antiguas, hay el riesgo que los niños los mordisqueen e ingieran porque el plomo suele tener un sabor dulce.

El vitrificado es un proceso usado desde el Antiguo Egipto y consiste en fundir el óxido de plomo PbO que forma una fina película en la superficie de la cerámica haciéndola impermeable. Mezclado con el estaño forma la soldadura, aleación de bajo punto de fusión utilizada en la electrónica y otras aplicaciones (por ej. los envases de “lata”). También se usa como pantalla protectora de Rayos X y blindaje contra la radiación.

Muchos animales silvestres se intoxican con plomo por ingerir las municiones (perdigones) que quedan en el suelo o en los estanques confundiéndolos con alimento. Las aves predadoras cuando cazan aves acuáticas heridas por disparos de cazadores o que han ingerido municiones, sufren también los efectos tóxicos del plomo. Otros animales silvestres también han sido envenenados por tragar las piezas de plomo utilizadas en la pesca deportiva.

La contaminación por plomo es un problema de salud pública por estar directamente relacionado con el ambiente donde habita el ser humano. El plomo es un elemento tóxico que se acumula en nuestro organismo conforme lo inhalamos del aire o lo ingerimos con los alimentos y el agua. Los daños dependen de la cantidad y frecuencia de exposición al contaminante. 

La mayor parte del plomo del medio ambiente proviene de la gasolina. Una parte entra directamente al organismo al inhalar el aire, otra parte entra con la comida y, en algunos casos, se puede absorber a través de la piel. El plomo va a la sangre, luego a los órganos, se bloquea la síntesis de hemoglobina (produce anemia), se altera el transporte de la sangre y se deposita en los huesos, donde reemplaza al calcio. Afecta principalmente al sistema nervioso, los riñones y la sangre, reduciendo seriamente la capacidad intelectual, la agudeza auditiva, el comportamiento social y puede provocar la muerte.


La absorción de plomo es mucho mayor en niños que en adultos, siendo más sensibles los niños menores y los que están por nacer. El metal atraviesa fácilmente la placenta y pasa al feto. El riesgo principal en niños es su interferencia con el desarrollo normal de sus cerebros, tiene efectos nocivos en su comportamiento y, posiblemente, en su coeficiente intelectual.

BIBLIOGRAFÍA
§      Colin Baird. “Química Ambiental”. Edit. Reverté.- España 2001.

Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química.- Universidad N. Agraria La Molina. PERÚ.

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